miércoles, 6 de mayo de 2015

Me sentí como en casa / JRP

La más bella forma de lo bello —como definió a la música Martí— y el séptimo arte se fundieron en un cálido abrazo en la última presentación que tuvo en Holguín el maestro José María Vitier, el concierto músico-visual que ofreció en la noche de este lunes en la sala Raúl Camayd, del Teatro Eddy Suñol, con el cual se despidió del público local, cerró con broche de oro su primera presentación en la ciudad que él mismo calificó como muy linda y culta.
La interrogante la hizo pública desde el primer momento que se dirigió a los holguineros: ¿Cómo puedo estar celebrando 40 años de carrera artística y ser esta la primera ocasión que me presento en Holguín? Siempre acotaba que la prolongada ausencia no obedecía a su voluntad, destacó que en más de una ocasión estuvo casi a punto de venir pero algo frustraba la añorada visita. Habría que agradecer entonces a las Romerías por permitir tan esperado encuentro de Vitier con los holguineros y viceversa.
Por el propio concepto de las Romerías es inusual que vengan propuestas de este tipo, quiero decir de música de concierto, sin embargo, no es la primera vez que sucede y reafirma ese carácter diverso de un evento que tiene opciones para todos los gustos, desde los más exquisitos y refinados hasta los más populares y extravagantes.
La noticia se expandió como pólvora, Vitier viene a las Romerías a presentar la Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre, el día 2 estará en la Loma de la Cruz con este excepcional concierto, pero al acercarse la fecha la lluvia vino a bendecir a la tierra holguinera y hubo que mudarse de escenario y de la Loma el concierto bajó hasta el Suñol, solución que al final debemos agradecer porque sinceramente no imagino ese concierto en la emblemática elevación que delimita la ciudad al norte, creo que el mérito hubiera radicado exclusivamente en la mística del lugar.
Quienes asistimos a tan excepcional propuesta en la sala principal del teatro, disfrutamos de una obra exquisita y nos emocionamos sobremanera cuando Vitier dijo al público que la Misa debió tener su estreno en Holguín, “porque fue por aquí donde inició todo, fue en la Bahía de Nipe donde apareció la patrona de Cuba, la Virgen Mambisa, madre de todos los cubanos”.
Vitier llegó hasta Holguín acompañado de la maestra María Felicia Pérez y su coro Exaudi, de la Orquesta de Cámara de La Habana junto a su directora Daiana García, la soprano Bárbara Llánes y los percusionistas Yaroldi Abreu y Abel Acosta, y especialmente de su esposa Silvia Rodríguez, la autora espiritual de este bello regalo que es la Misa Cubana a la Virgen.
La noche pre-romera se vistió de largo con una propuesta de lujo. El culto mariano encuentra un momento excepcional en este concierto cargado de patriotismo porque definitivamente no se puede hablar de la Virgen sin invocar a la patria, a lo más puro de la nación, a esa virgen que escuchó el clamor de libertad de los mambises, que acompañó a los jóvenes rebeldes y que hoy está junto a las alegrías y necesidades de este pueblo. A esa Virgen le cantó con excepcional belleza Vitier, un hombre en el que talento y sencillez se dan las manos de una manera muy espontánea.
La primera noche estuvo dedicada especialmente para los delegados y organizadores del evento, aunque todo el que lo deseó pudo aplaudir tanta belleza. La segunda abierta para el pueblo holguinero fue tan intensa como la del día 2, los aplausos dejaban por sentada la satisfacción del público conocedor que bien sabe apreciar propuestas tan distinguidas como esta.
Pero antes de subir al podio batuta en mano el día 3, Vitier compartió con los jóvenes esa ferviente devoción martiana que le inculcaron sus padres, los brillantes intelectuales Cintio Vitier y Fina García Marruz. La espaciosa Periquera se tornó pequeña para tanta espiritualidad en voz de un músico tan grande diciendo: “Mami y papi me enseñaron a amar a Martí, y a saber que éste tiene mucho qué hacer todavía”. Así son los hombres verdaderamente grandes, los que demuestran que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Llegó el concierto final, lo había anunciado desde el primer día, quería con pasión que los holguineros viviéramos las emociones que a todas luces provocan en este autor las piezas musicales que ha compuesto para el cine, y por eso decía al principio que la última presentación devino abrazo entre la música y el séptimo arte. Mientras sus manos volaban por las teclas del piano y por momentos se retaban a duelo el contrabajo, las tumbadoras y la voz de Bárbara Llánes, la pantalla grande nos regalaba fragmentos de memorables películas del cine cubano.
Y a la melodía del piano de “Homenaje a las actrices” se sumaba la belleza externa e interna de conocidos rostros como el de Daysi Granados, Raquel Revuelta, Jaqueline Arenal, Beatriz Valdés, Eslinda Núñez, Mirtha Ibarra, Coralita Veloz, Adela Legrá, Isabel santos, Broselianda Hernández, Thais Valdés, Thaimí Alvariño, Silvia águila y Luisa María Jiménez.
El final no podía ser otro que el mismo que cerró cada noche, el “Ave María por Cuba”, canto a la raíz, a donde empezó todo, antes de concluir ya el público estaba de pie gritando ¡Bravo! y ovacionando tanta belleza. Cuando todo estaba en calma repitió que cómo pudo pasar tanto tiempo para llegar aquí y sus últimas palabras fueron, “muchas gracias por todo, si logré emocionarlos cumplí mi empeño, sigan haciendo cosas tan lindas como las Romerías, invítenme cuando lo deseen, todos nos vamos muy felices, especialmente yo que a pesar de los 40 años que involuntariamente tuve que esperar para presentarme aquí me sentí como en casa”.

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